EL ÁRBOL DEL PARAÍSO

EL CALVARIO DE LAS SEMANAS COTIZADAS
Flor de María Guillén
Mi nombre es Flor Guillén, mujer de 63 años que ha trabajado durante más de 45 años en diferentes rubros, bancos e instituciones financieras. Aproximadamente hace dos años, y con la finalidad de conocer temas de mi pensión para ejercer mi derecho a una vejez digna, decidí revisar a través de internet mis semanas cotizadas ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En primer lugar, para mi sorpresa, estaba mal mi nombre: yo soy Flor de María, pero en el expediente sólo aparecía como Flor María. Segundo, dentro del historial de semanas cotizadas, no figuraban de manera completa cuatro instituciones bancarias para las cuales laboré, y que se traducen en doce años de trabajo.
Desde ese momento, comenzó mi calvario. En plena emergencia sanitaria, y con las restricciones correspondientes, las diferentes instancias del IMSS no me resolvían mi problemática, ni mucho menos protegían mis derechos.
Esta situación provocó que tuviera que desplazarme a lo largo de distintas oficinas del IMSS con la finalidad de que se me reconocieran y garantizaran mis derechos. Además, a lo largo de este tiempo, se me brindaba información contradictoria y errónea.
Por un lado, los trabajadores del IMSS me indicaba que debía presentarme ante la oficina que me correspondía de acuerdo con mi domicilio; por el otro, se me orientaba que tenía que personarse en la subdelegación donde se ubicaba mi lugar de trabajo. Si bien es cierto que de mi domicilio es fácil rastrear la subdelegación del IMSS, esta situación cambió al momento de buscar la ubicación basada en mi lugar de trabajo pues los bancos no cuentan con un domicilio fijo, como bien podían mandarme a la sucursal del IMSS en Satélite, o a la de San Ángel. Así, recorría la ciudad de manera constante y errante con todo el desgaste que esto representaba.
A lo largo de este tiempo fue un ir y venir, sin la posibilidad de contar con un panorama claro de mi situación. Todo esto derivó en una carga muy complicada para mí como derechohabiente, pues me encontraba indefensa ante situaciones burocráticas que salían de mi esfera de conocimiento y actuación. Al no recibir respuesta clara, me inconformé con los funcionarios responsables de la atención ciudadana. Sin embargo, mis reclamos no fueron escuchados y mi situación continuó sin una solución.
Un aspecto que complicó mi caso fue que no contaba con un documento que acreditara mi antigüedad, la “hoja rosa”, ni con mis recibos de pagos, pues he cambiado de domicilio y se me complicó lograr mantener mis archivos en orden. De esta forma, no podía comprobar de manera fehaciente mis semanas faltantes. Sin embargo, debo señalar que realmente los trabajadores bancarios no contamos con la “hoja rosa” pues nosotros tenemos servicios médicos privados y no utilizábamos los servicios del IMSS. Por ello, mi situación contaba con más obstáculos.

En este preciso momento, un ciudadano me mencionó el nombre del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), que, según me comentaron, me podría apoyar con mi caso. Las palabras de esta persona tuvieron un eco profundo en mí dado que me encontraba en un momento de desesperación: fueron paz en medio de una tormenta.
Al momento de cuestionar sobre el cómo podía contactar a esta institución, se me indicó que acceder a ella era de forma muy sencilla: “simplemente busque en internet y será el primer resultado que le aparezca”. En efecto, utilicé un buscador y encontré de forma accesible el teléfono. En este primer momento, me acerqué a su Centro de Atención a la Sociedad (CAS), el cual me auxilió y orientó.
En todo momento, las personas del CAS intercedieron por mí. Al no saber utilizar de manera adecuada las plataformas digitales, sus funcionarios públicos me apoyaron rellenando la información que yo dictaba verbalmente para hacer valer mis derechos. Al finalizar me leían los datos que se habían ingresado y con base en ello se me asignaba un folio que me ha servido para llevar un registro adecuado de mi caso. Aún más, me daban un seguimiento puntual, y me requerían estar al pendiente de mi correo electrónico. Han sido unos verdaderos salvadores a lo largo de este tiempo.
Así, para mi grata sorpresa, me encontré con gente preparada, educada y con vocación de servicio para auxiliar a la ciudadanía. Pero, lo más importante, son eficaces al momento de resolver la problemática que una como ciudadana presenta. Gracias a su apoyo, con base en los diferentes documentos requeridos, desde el INAI me han ayudado a que el IMSS reconozca 8 años de los 12 que inicialmente desaparecieron y que, de acuerdo a sus argumentos, simplemente se encontraban como información no existente.
Como anécdota para personas que pudieran atravesar por una experiencia similar a la mía, la información que me solicitaron para comenzar el proceso fue el número de Seguridad Social y su número verificador, acta de nacimiento, la Clave Única de Registro de Población (CURP), mi identificación oficial, conocida como INE, y la documentación probatoria que auxiliara al INAI a defender mi caso, como recibos de pago, constancias de capacitación, diplomas, cheques de liquidación, por mencionar algunos. Con esto, como punto de partida, el INAI me ha apoyado para el reconocimiento de semanas cotizadas, que el Seguro Social argumentaba no contar.
Dado que todo este procedimiento se llevó durante la emergencia sanitaria, los tiempos de respuesta fueron un poco lentos, sin embargo, gracias al acompañamiento y cobijo del INAI, hemos podido avanzar en buenos términos para resolver mi problemática.

Como ejemplo, gracias a su apoyo, en las últimas semanas se me han reconocido 4 años con el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (BANOBRAS). Todavía quedan pequeños errores por corregir, por ejemplo, se me reconocen los años cotizados de manera segmentada, en la hoja de servicio el nombre del banco está mal escrito. Para corregir esta situación, me puse en contacto con la Unidad de Transparencia, quien no me orientó de manera adecuada; ante lo cual, debí ingresar de nueva cuenta un recurso ante el INAI. A grandes rasgos me siento sumamente agradecida por su apoyo y comprensión. Esta institución me abrió las puertas y me ha guiado por el camino para poder ejercer mis derechos. Fueron una luz en medio de un túnel al cual no se le veía salida.
Sin el INAI, yo no hubiera podido resolver mis problemas, porque la institución ante la cual me inconformé no me brindaba ningún tipo de apoyo, ni de respuesta. Al contrario, el INAI en todo momento ha tenido la disposición de auxiliarme con base en su conocimiento, disposición y amabilidad. Pocas instituciones del Estado mexicano son como ustedes.
En esta larga lucha, faltan algunas victorias por recolectar, pues aún me quedan casi 4 años laborados por recuperar dado que la institución financiera original para la cual trabajé, “Crédito mexicano”, fue fusionado con Banca Serfín, y posteriormente éste se convirtió en Santander. Con este punto, quiero ilustrar lo complicado que se puede tornar el reconocimiento de semanas trabajadas ante una institución que debe velar por los derechos de nosotros los trabajadores. En este caso, en particular, acudí directamente con Banco Santander para obtener la mayor información posible, como recibos de reparto de utilidades, la cual recopilé y compartí con el INAI para facilitar la protección de mis derechos.
En este punto, debemos reconocer que nosotros como ciudadanos podemos facilitar la labor del INAI al involucrarnos en la recopilación de la información. De esta forma, podemos ir generando una relación de confianza y reciprocidad. De verdad, es de aplaudir y felicitar la labor del INAI, porque en 10 meses he podido avanzar de manera importante en mi problema. Aunado a lo anterior, debo señalar que los tiempos de respuesta se han agilizado dada la capacidad institucional del INAI de adaptarse a los nuevos tiempos.
Con base en lo vivido, ahora estoy convencida de la importancia de las instituciones como el INAI. Esta vivencia la he compartido con mi círculo cercano de familiares y amigos, quienes me cuestionan sobre el cómo he podido avanzar en mi caso. De esta forma, ellos han comenzado a tener un acercamiento con el INAI para impulsar la tutela de nuestros derechos.
No quiero dejar de reiterar que el INAI ha sido un salvavidas en los ríos de la burocracia que en muchas ocasiones son muy difíciles de navegar pues en ellos podemos encontrar trabas y obstáculos para ejercer nuestros derechos. El INAI es un instituto profesional capaz de brindar soluciones concretas a problemas reales que nos enfrentamos en el día a día.
Este relato también quiero que sirva para que las instituciones sean más receptivas con nosotros como usuarios y ciudadanos, ya que deben mejorar sus procedimientos y simplificarlos. Para ello, deben contar con métodos claros y transparentes de solución de controversias que nos faciliten el acercarnos. En este sentido, quiero invitar a las personas funcionarias públicas a que cuenten con una mejor actitud para nosotros.
Si bien es cierto que queda camino por recorrer, estoy convencida que con el acompañamiento y guía del INAI podremos recuperar las semanas que nos faltan. Doy mil gracias por conocer a las personas que trabajan en el CAS, espero que mi experiencia les ayude a muchas otras personas para que comiencen a realizar sus trámites y no se sientan perdidos.
