LA ENTREVISTA
La EVOLUCIÓN HUMANA no será determinada por lo BIOLÓGICO, sino por lo TECNOLÓGICO:
Octavio Islas Carmona es Doctor en Ciencias Sociales, Master en Administración de Tecnologías de la Información y Master en Comunicación y Desarrollo. Es director de la Maestría en Comunicación y Cultura en la Universidad Central de Ecuador. Ha sido catedrático e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Director del Internet & Information Society Research Center de la Universidad de los Hemisferios en Ecuador. En 1995 fundió Razón y Palabra, primera revista electrónica en castellano especializada en comunicología en el ciberespacio, coeditor de la revista Comunicar (España), en Iberoamérica, rankeada como la segunda mejor revista en el mundo en estudios culturales (Scopus, Web of Science). Autor y coordinador de 19 libros, autor de 90 textos científicos con arbitraje, 60 capítulos en libros, más de 700 columnas en los principales diarios en México. Columnista en El Universal y el semanario Proceso. Desde 20001 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores Conacyt, Nivel II. Ha dictado conferencias, talleres y seminarios en 21 países.
El martes 28 de septiembre dentro de la Semana Nacional de Transparencia 2021 organizada por el INAI y el Sistema Nacional de Transparencia (SNT), el Dr. Octavio Islas impartió la conferencia magistral titulada “La brecha digital en la era de la información: incluidos y excluidos” evento fue moderado por la Comisionada Dra. Norma Julieta del Río Venegas, Coordinadora de la Comisión Permanente de Vinculación y Promoción del Derechos del INAI.
La revista “Sociedad y Transparencia” (RST) platicó con el profesor Octavio Islas sobre el papel que juega internet y las nuevas tecnologías en nuestra sociedad actual, sobre comunicación, información, brecha digital y big data, sobre la pérdida de la privacidad en las redes, la desinformación provocada por noticias falsas y la alfabetización digital como una luz al final del túnel.
RST: Desde las ciencias sociales y algunas otras disciplinas, la sociedad actual ha sido caracterizada como la “sociedad de la información”. Bajo esta perspectiva ¿por qué es importante la información en nuestra sociedad? ¿qué rol desempeña la información en nuestras instituciones sociales?
Más allá del horizonte reflexivo de las ciencias sociales, resulta indispensable tener presente que la información siempre ha sido fundamental. La teoría matemática de la información (Shannon- Weaver, 1948), por ejemplo, nos permite comprender la presencia y la importancia de los intercambios de información entre las partículas que detonaron la formación misma de nuestro universo (Big Bang). La información además ha observado un papel fundamental en el desarrollo de la vida en nuestro planeta, desde la aparición de los primeros organismos hasta la misma evolución de los Homo Sapiens. Basta señalar que, en última instancia, los códigos genéticos son complejos sistemas de información, y comprenden las instrucciones necesarias para asegurar la vida y la evolución de las especies.
En el pensamiento social, autores como Armand Mattelart -Historia de la sociedad de la información, 2001- consideran a la sociedad de la información como el resultado de un perverso proyecto del capitalismo, concebido para establecer y normalizar la “sociedad funcional”.
Desde una perspectiva radicalmente opuesta, Ray Kurzweil -ingeniero en jefe de Google-, no lamenta el desarrollo de la sociedad de la información, y sostiene que la información es determinante en el desarrollo de la ciencia, la tecnología, el conocimiento. La “Ley de rendimientos acelerados” -propuesta por Kurzweil-, establece que en el momento en el que un ámbito de la ciencia o la tecnología se convierte en información, “ésta se acelera y crece exponencialmente”.
En nuestras sociedades, el acceso a la información se inscribe en el imaginario de la calidad de vida democrática de las naciones. Las naciones que efectivamente reparan en la importancia de la calidad de vida democrática de sus ciudadanos, han establecido y han fortalecido el desarrollo de instituciones autónomas, dedicadas a asegurar el acceso a la información pública, la protección de los datos personales, y la rendición de cuentas de los actores públicos.
Las tecnologías siempre han afectado, tanto para bien como para mal, el desarrollo cultural de las sociedades. Ello lo podemos advertir desde la invención misma del alfabeto fonético -la primera gran tecnología—. De Internet -un auténtico parteaguas en la comunicación humana-, podemos identificar tanto positivas repercusiones como negativos efectos -por ejemplo, ha mermado de forma considerable la privacidad de las personas-. A pasos acelerados transitamos a la IV Revolución Industrial, y el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) implicará grandes retos y transformaciones. Por ejemplo, en el imaginario transhumanista se afirma que la evolución de los sapiens no ha concluido; sin embargo, la evolución posible no estaría determinada por lo biológico, sino por lo tecnológico.
Las brechas digitales son varias y son complejas. Las exclusiones no se restringen al acceso a Internet, y suelen revelar algunas de las insuficiencias estructurales que es posible advertir en algunas naciones. Por ejemplo, en medio oriente algunas naciones disponen de avanzados sistemas de telecomunicaciones, y redes 5G; sin embargo, un elevado porcentaje de mujeres no tiene acceso a Internet. El problema no radica en las posibilidades de la tecnología, se inscribe el objetable rol de la mujer en el imaginario del fundamentalismo religioso. La brecha digital, por género, representa un asunto mucho más complejo que la simple penetración de Internet.
De acuerdo con la Internet World Stats (IWS), la penetración mundial de Internet fue estimada en 65.6% en el mes de marzo. En América Latina y el Caribe, la IWS estimó la penetración de Internet en 75.6%. Las cifras parecen alentadoras; sin embargo, debemos centrar nuestra atención en la calidad de la banda ancha. Descargar un video en una red 3G puede tomar hasta 24 horas, y el mismo video puede ser descargado en menos de 5 segundos en una red 5G. En amplias franjas de nuestro extenso territorio sólo es posible tener acceso a Internet a través de redes 3-G.
Según lo asentado en la reciente actualización del estudio Digital 2021.April Global Statshow Report, que en el mes de abril dieron a conocer las firmas We Are Social y Hootsuite, las velocidades de la banda ancha fija y móvil en México se ubican muy abajo del promedio mundial. En materia de banda ancha móvil, la velocidad promedio en el mundo fue establecida en 48.40 MBPS. En México la velocidad promedio fue estimada en 31.43 MBPS.
En cuanto a la banda ancha fija, la velocidad promedio en el mundo fue establecida en 98.67 MBPS. En México, la velocidad promedio fue estimada en 46.77 MBPS, velocidad que incluso resulta inferior a la estimada en Perú (51.34 MBPS), y Ghana 47.89 MBPS.
La desinformación dirigida representa un atractivo negocio. Un negocio tan atractivo como la deliberada polarización de las sociedades. Las recientes revelaciones de Frances Haugen, la llamada “garganta profunda en Facebook” lo confirman. Zuckerberg no solo tolera, promueve la polarización porque ésta le genera mayor tráfico. Mayor tráfico le representa mayor inversión publicitaria.
La bancarrota moral del Imperio Zuckerberg (Facebook, Instagram, WhatsApp) podría dar paso a un indispensable reordenamiento.
Los hechos demuestran que Zuckerberg y Facebook no son capaces de autorregularse. En Estados Unidos, demócratas y republicanos coinciden en la necesidad de contener y limitar a Zuckerberg.
Sin embargo, no podemos culpar ni a Zuckerberg ni a Facebook de toda la desinformación y la preocupante polarización que las redes sociodigitales y algunas plataformas en Internet han propiciado en algunas sociedades. No obstante, la remediación posible de Internet, como ha señalado Tim Berners-Lee, parte de indispensables rectificaciones en Facebook como en Google. Berners-Lee destaca la necesidad de emprender la remediación de Internet a partir de un principio básico: devolver al usuario el control sobre sus datos.
A través de la historia podemos constatar cómo las tecnologías han modificado la privacidad en distintas culturas y sociedades. Así lo demuestra una rigurosa revisión realizada por J. Habermas -Historia y crítica de la opinión pública (1981).
El capitalismo de vigilancia se nutre de nuestras inseguridades y complejos. Algunas redes sociodigitales particularmente explotan la necesidad de notoriedad y reconocimiento. Las redes sociodigitales compensan y recompensan, nos convierten en celebridades efímeras. La digitalización y el registro de nuestros datos abre paso a una nueva economía: la economía de datos, como a la computación cognitiva.
Durante la prolongada cuarentena, millones de niños se vieron en la necesidad de continuar en línea el ciclo escolar. Sin mediar campañas de alfabetización digital, la misma necesidad orilló a niños y adolescentes a desarrollar las habilidades y competencias digitales idóneas para seguir su educación en línea. Los riesgos, por supuesto aumentaron. El acoso sexual fue recurrente.
Si en Agendas Digitales anteriores se hubiera reparado en la importancia de considerar programas de alfabetización digital y de ciberseguridad básica, durante la pandemia, gran cantidad de riesgos podrían haberse minimizado. Las estrategias digitales formuladas por los recientes gobiernos, no solo han ignorado la importancia de la alfabetización digital, además, parecen haber despreciado todo lo relativo a la educación en línea. El gobierno no debería desentenderse de la alfabetización digital.